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domingo, 4 de marzo de 2012

Volvemos al Mar Caribe, ¡Estamos en Cuba!

 
Hoy miércoles 22 de febrero, al amanecer, acabamos de rebasar la punta oriental de Cuba y nos adentramos de nuevo en el mar Caribe. Este paso es conocido por el “canal de los vientos” y suele tener un tiempo complicado, pero los dioses nos han obsequiado con una navegación muy plácida, impulsados por los vientos alisios desde nuestra salida de Las Bahamas.
Dejamos Haití en popa y en proa tenemos la costa meridional de Cuba a estribor y la isla de Jamaica a babor.
Ahora navegamos a motor con la mar en calma. Estamos a sotavento de los alisios y la isla no deja que los vientos se cuelen por su lado meridional.
Divisamos por la proa un barco de la US Coast Guard, la guardia costera de los Estados Unidos de Norteamérica. Les informamos por la radio VHF de quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos, en fin las dudas existenciales de cualquier persona contadas por radio, en una conversación de besugos, en este caso con un militar norteamericano.
Sí, como lo oís, ¿cómo puede estar un navío del enemigo de los dirigentes de la revolución cubana, navegando en sus aguas? Para contestar a la pregunta vamos a repasar un poco de historia. Las autoridades españolas actuaron torpemente y con dureza reprimiendo los intentos de independencia del pueblo cubano a finales de siglo XIX. Los yankees, deseosos de meter baza y controlar su patio trasero en esta isla tan inestable y próxima a los EE.UU, aprovecharon el dudoso hundimiento del acorazado Maine en el puerto de la Habana para declarar la guerra y decirle a los españolitos que tenían los días contados en el Caribe. En pocos meses se desato lo que se conoce como el “desastre del 98”, y a los americanos les salió muy bien la jugada. Esta isla pobre y sin recursos no les interesaba y lo único que querían era tener una base militar permanente en ella. Y lo consiguieron, “obligando” a los cubanos a aceptar su independencia bajo una constitución redactada por ellos y en donde figuraba la expropiación de la estupenda bahía de Guantánamo para instalar permanentemente una base naval de los EE.UU., tristemente famosa en los últimos años.
Nos despedimos del navío de las barras y de las estrellas, y continuamos navegando a nuestro puerto de llegada en Cuba.
No quiero ser muy pesado, pero volvamos a repasar nuestra historia más reciente. Estamos en Santiago de Cuba, 2 de julio de 1.898, el almirante Cervera, al mando de lo poco que queda de la flota española en la isla, recibe la siguiente orden oficial de Madrid: “Salga V.E. inmediatamente”. Los marinos españoles estaban bloqueados en este puerto por una potente escuadra norteamericana. Y como suele pasar que en este país, llamado España, nunca se le ha dado importancia al mar, los marinos españoles no tuvieron la opción de hundir sus barcos en puerto y poder pelear en tierra. Se les ordenó hacerse a la mar para inmolarse con sus barquitos de madera y sin apenas carbón, apelando al siempre peligroso recurso de la patria y de salvar la honra. Obviamente, nada pudieron hacer frente a los acorazados de acero yankees y como era de esperar murieron la mayoría sin poder siquiera pelear. Lo que es sorprendente, es que el Almirante Cervera, un militar recto y obediente, salvara el pellejo y a su vuelta a España le intentaran enjuiciar en un Consejo de Guerra.
Ah! Se me olvidaba, cuando los americanos estaban masacrando a los barquitos españoles, en Madrid lucia un sol espléndido y algunos miembros del Gobierno se divertían en los toros…
Volvemos a la navegación con el Sirocodiez, acabamos de arriar la mayor y tras dejar la fortaleza del Morro por estribor nos adentramos en la profunda bahía donde se ubica la segunda ciudad de Cuba, Santiago.
Cumplimos con todos los trámites de entrada al país, que en la mayoría de los sitios suelen ser sencillos, aunque aquí tienen fama de ser lentos y complicados. Van pasando por el barco unos funcionarios cubanos muy correctos y educados y en unas horas ya somos legales en el país. Moverse en un yate privado en esta isla es muy complicado. Te exigen que solicites una autorización al salir hacia otro puerto y cuando llegas al nuevo otra vez tienes que hacer más papelitos. Fondear suele estar prohibido fuera de los puertos, y tampoco te dejan que utilices la embarcación auxiliar del barco. Por eso decidimos atracar hasta nuestra partida el próximo 3 de marzo. Por delante tenemos días para disfrutar de la música de la Trova Santiaguera, de hacer excursiones por Baracoa y la Habana, y de ir conociendo la complicada realidad cubana. Veremos qué nos depara…

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