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sábado, 24 de marzo de 2012

Buceo extremo a 5.200 metros de profundidad en el Océano Atlántico Norte

Aqui podeis ver donde hicimos la inmersion. El barco es la fecha roja y la boya queda a la popa.












Este bichito es una carabela portuguesa. Su picadura puede ser mortal. Uy! qué miedo!


Nos encontramos en nuestro quinto día de travesía. Luce un sol espléndido y navegamos a motor con una mar relativamente calmada después de varios días de sufrir incomodidades por la fuerte escora del barco en su navegación contra los vientos alisios del NE.
Nos vamos acercando lentamente a latitudes donde los vientos del Oeste van a tomar el mando.
Para combatir el tedio y la monotonía de estos viajes oceánicos, hoy voy a hacer una inmersión que tenía en mi mente desde ya hace mucho tiempo. El día y el lugar escogido no pueden ser más favorables. El lugar se encuentra a 1.015 kilómetros de Nueva York, 1.110 km de Nassau y 485 km de Bermudas, en unas coordenadas de 31º 58´N y 069º 39´W. Aquí se encuentra la súper boya número 41048 de la NOAA, el servicio meteorológico de los Estados Unidos, fondeada a una profundidad de 5.200 metros. Sí, no me he equivocado, está cogida a los fondos abisales a muchos kilómetros más abajo.
La boya tiene forma de disco circular de unos 10 metros de diámetro y en su centro se levanta una torre de unos 6 metros con los diferentes instrumentos de medición.
Nos aproximamos a sotavento de la boya, la zona calmada, y a pocos metros detenemos la arrancada del Sirocodiez. Bajo al bote neumático y llevo una amarra para cogernos a ella y poder parar los motores. Mientras me aproximo veo, la gran cantidad de peces que tengo debajo y mi emoción aumenta.
Nos equipamos Carlos y yo en la popa del barco. Joseba desobedece mis órdenes de tirarse el primero al agua para ver qué es lo que hay por abajo. Preparo la cámara submarina y un rudimentario palo de protección por si algún habitante de las profundidades quiere establecer contacto con mi estimado cuerpo. Y allá vamos los dos, nos zambullimos y a través de nuestras máscaras vemos que el lugar está lleno de serviolas, peces ballestas, peces gallo y un poco más abajo... un tiburón dando vueltas.
La boya se mantiene anclada al fondo por dos súper cadenas que descienden verticales hasta perderse en el azul infinito.
Descendemos cerca de la cadena con cuidado hasta una profundidad de 16 metros donde se encuentra el tiburón dando vueltas en su navegación sin fin y obtengo unas buenas tomas.
Las veces que he buceado con tiburones he experimentado dos actitudes, primero un miedo irracional y después una total fascinación. El tiburón tiene mala prensa, pero la mayoría son inofensivos y solo se alimentan de pequeñas presas. Solo hace falta para relacionarse con ellos, un poco de sentido común y entender su comportamiento. Además bucear como hoy con una visibilidad de más de 40 metros ayuda a estar más relajado y ver bien todo lo que se viene encima.
Ascendemos un poco y nos rodea a muy corta distancia el gran banco de serviolas, que con el palo de protección conseguimos que mantengan la distancia. Mientras estoy cogido a la cadena siento un pequeño mordisco en un dedo de la mano y asustado me  giro y  veo un pez ballesta que se aleja.
Probablemente la mayoría de estos habitantes nunca han visto a dos tipos raros vestidos de oscuro y quizá se pregunten ¿qué carajo están haciendo estos dos en mis dominios? Y eso es lo mismo que me pregunto yo, y después de 25 minutos de inmersión ascendemos más relajados. En la superficie las condiciones están empeorando, soltamos el amarre que nos unía a la boya y continuamos viaje.

1 comentario:

  1. ¡Que fotos más bonitas!
    no parais de vivir interesantes aventuras "que envidia"""
    Os deseo una buena travesia de vuelta
    besos Paca

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