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jueves, 8 de agosto de 2013

El “Creole”, esplendor y drama de uno de los velero más hermosos del mundo

La historia de esta goleta áurica empieza en el año 1926, cuando el millonario Alec Cochran, enfermo de tuberculosis, quiso poseer en sus últimos años de vida el barco más bonito del mundo. Encargó la construcción a los astilleros Camper & Nicholson y así nació el Vira, como fue llamado al principio este velero de 65 metros de eslora. Su leyenda de mala suerte empezó ya en la botadura del barco: se necesitaron 3 intentos para romper la botella de champán. Pasado el susto, Cochran quiso estrenar su nuevo yate, pero los altísimos mástiles le provocaban vértigo y los hizo cortar. Finalmente decidió venderlo, y pese a haber cumplido su sueño, tener el barco más bello del mundo, nunca llegó a navegar en él.
En 1928, lo compró Maurice Pope, que lo rebautizó con el nombre de ‘Creole’, en honor a su postre preferido que le preparaba su cocinero de Nueva Orleans.
Más tarde, en 1937, fue comprado por Sir Connop Gutthrie que, enamorado del barco, restauró la arboladura original de goleta áurica. Pero la mala suerte continuaba persiguiendo al barco y al estallar la II Guerra Mundial fue requisado para usarlo como desactivador de minas en las costas escocesas. En una de sus “acciones bélicas”, la nave perdió los mástiles y fue abandonada.
En el año 1947 el Creole resurge de su abandono, por todo lo alto. Stavros Niarchos, un rico armador griego, lo compra y lo restaura. Su objetivo principal es ganar en glamour a su cuñado, que es ni más ni menos que el magnate Onassis. El Creole se erige así como un símbolo de la opulencia griega y de la lucha de poder de estos dos empresarios. Entre otras personalidades que pasarían durante los años de Niarchos al frente de esta goleta cabe destacar a los Reyes de España, que lo eligieron para viajar por el Mediterráneo durante su luna de miel (rechazando la oferta de Onassis de hacerlo en el Cristina O).
Pero lo glamoroso terminó de golpe en 1970, cuando la esposa de Niarchos falleció en el barco en extrañas circunstancias. El diagnóstico: sobredosis de barbitúricos. La versión oficial: un accidente. La versión de las malas lenguas: un suicidio o un asesinato. Fuera lo que fuera, fue suficiente para que el armador decidiera vender el Creole y empezar una nueva vida casándose de nuevo ni más ni menos que con su propia cuñada, la ex mujer de Onassis, Jacqueline Kennedy.
En 1977, el gobierno danés compró el Creole para hacer de él un velero-escuela. De hecho, el barco fue utilizado para la rehabilitación de jóvenes adictos a las drogas. Después de cinco años de uso, el Creole casi naufraga y se volvió a poner a la venta.
En 1983, lo compró el modisto italiano Maurizio Gucci. Lo ancló en Mallorca y lo restauró minuciosamente. El Creole volvió a ser “la nave más bonita del mundo”. Tardó 12 años, pero la maldición volvió. En 1995 Gucci muere asesinado. Para sorpresa de todos se descubrió que su esposa estaba detrás del asesinato y fue condenada a treinta años en la cárcel. El Creole está ahora en manos de las hijas del diseñador, Alessandra & Allegra Gucci que han intentado venderlo con todas las pertenencias incluidas, pero hasta el momento nadie se ha atrevido a comprarlo.
Los que lo han visto navegando afirman que no hay un espectáculo más bello en el agua que tener la oportunidad de ver la evolución de este velero con todas las velas desplegadas, manejado por una tripulación formada por entre 30 y 40 personas.
El velero Sirocodiez se aproxima al Creole fondeado en Formentera


El Creole tiene una eslora de 65 metros, una manga de 9,50 metros y un calado de 5,80 metros.

La bandera de Bermudas ondea al viento en la popa del Creole


lunes, 5 de agosto de 2013

La historia del yate “Tiara”, los piratas y el Circo del Sol

El 4 de septiembre de 2.008 el diario “Le monde” daba una noticia sobre el ataque a un yate de lujo perpetrado por 4 hombres enmascarados  que se apoderaron de la caja fuerte de abordo con 138.000 Euros. Esta noticia podia haber pasado desapercibida si el robo se hubiera producido en los mares de China o en el Caribe, pero sin embargo, tuvo lugar en aguas francesas, poco acostumbradas a la piratería. El barco era el velero Tiara alquilado por turistas alemanes en Cerdeña quienes navegaron con él hacia la bahía de Porto Novo a pocos kilómetros de Porto-Vecchio, al sur de Córcega. Por la noche mientras se encontraba fondeado, fue abordado por una neumática con 4 hombres armados que tras intimidar al Capitán lograron acceder a la caja fuerte de abordo y huir rapidamente.
La historia del Tiara comienza en 2002 en Auckland (Nueva Zelanda). Los prestigiosos astilleros Alloy Yachts recibieron el encargo de construir el velero más grande que jamás se había botado en el país. Esta exclusiva petición procedía de Jonhatan Leitersdorf, un acaudalado inversor israelí fundador de L Capital Partners, entre otras compañías, quien quería poseer un barco «que hiciera historia».
Con sus 54 metros de eslora y unas líneas agresivas, el Tiara es uno de los veleros más largos, lujosos y modernos del mundo. Pero, sin lugar a dudas, la fascinación que despierta esta embarcación y la hace única reside en su cubierta de popa: un amplio espacio concebido para el aterrizaje y despegue de un helicóptero. Un modelo EC-130 con capacidad para siete pasajeros que se erige como una extremidad de quita y pon del barco. De hecho, Leitersdorf ordenó que el casco del Tiara tuviera el mismo color y brillo que el aparato volador que utiliza para desplazarse por toda Europa. Para transformar esta zona de la cubierta en un helipuerto, tan sólo hace falta activar un sistema mecánico con el que las velas y los cabos se pliegan sin esfuerzo físico para la tripulación, al igual que sucede con casi todos los aparejos del Tiara.
Leitersdorf eligió para la decoración un mobiliario hecho con materiales exclusivos aunque con formas sencillas con el fin de no recargar el ambiente. El camarote principal del Tiara, destaca por el estilo 'art déco' que se observa en casi todos los detalles de la estancia y por su ubicación, justo sobre la quilla de más de 5 metros. Esta es la zona menos azotada por los vaivenes de las olas, la más estable, la más confortable. El uso de la madera hace más acogedora aún una de las estancias más grandes.
El Tiara necesitó dos años de construcción para estar listo para navegar y vivió su primera aventura en junio de 2004: atravesar el Canal de Panamá. El mástil de carbono de 63 metros fue diseñado para la ocasión, ya que la creación de Alloy Yachts debía pasar por debajo del puente de las Américas, siendo el velero de mayor capacidad que haya transitado bajo él. Hubo que esperar hasta la madrugada para llevar a cabo la operación, ya que era el momento del día donde la marea estaba en su nivel más bajo y así el voluptuoso barco pudo pasar sin que el mástil se dañara con el puente.
El flamante Tiara necesitó tres días para cruzar el famoso canal y, una vez en el océano Atlántico, comenzó a navegar con todo su esplendor y a forjar su propia leyenda.
Años mas tarde fue vendido por una cifra de muchos millones de euros a su actual propietario, Guy Laliberté dueño del Circo del Sol, cuya trayectoria vital merece un comentario. A los 14 años, este canadiense abandonó su domicilio familiar para llevar una vida de saltimbanqui. Cuatro años más tarde y con 50 dólares canadienses en el bolsillo, partió hacia Francia.
Allí cantó en cafés y aprendió a trabajar en la calle con acrobacias y juegos con fuego y vivió una experiencia que lo marcó para siempre. Según él mismo cuenta, “Un día hacía autostop para llegar a Rennes desde Poitou. Un auto se detuvo. El hombre era médico. No solamente me llevó hasta Rennes, sino que me invitó a su casa. Para no dejarme pasar la noche afuera”.
Pasó dos semanas en la casa de su anfitrión y mantuvo a partir de entonces la "teoría" sobre la cual "construyó todo": "Si alimentas bien el círculo de la vida, la vida te lo devolverá", declaró  al diario Le Figaro.
De regreso en Canadá, Guy Laliberté se unió a un pequeño grupo de trovadores de Quebec: los "Talons hauts". Unos años después, en 1984, obtuvo una beca de Québec para crear un espectáculo itinerante con motivo del 450 aniversario del descubrimiento de Canadá por Jacques Cartier. Así nació el Cirque du Soleil.
Este millonario de craneo pulido y mirada traviesa ha destacado también como jugador de póker y como turista espacial. Tras pagar 35 millones de euros, viajó  como turista  en la nave Soyuz TMA-16 hacia la Estacion Espacial Internacional regresando 3 días después a la tierra en la nave Soyuz TMA-14. Su regalo a los tripulantes fue una nariz roja de payaso.
La revista estadounidense Forbes cifra en unos 3.000 millones de dólares su fortuna personal. La clave del éxito de este autodidacta nacido en Quebec fue teatralizar el circo, y convertirlo en toda una industria.
Ya sea en carpas itinerantes, bajo el agua o en salas de teatro, los 25 espectáculos de su empresa tienen el toque Laliberté: nada de animales sino acrobacias de alta calidad acompañadas por música original tocada en vivo.
Pero volvamos al Tiara, el objetivo de este post. Tiene alojamiento para 10 personas en 5 cabinas, además de la tripulación, compuesta también por 10 personas.
Entre sus caracteristicas destacan los 11 metros de manga, los 6 metros de calado de su quilla y su desarrollo de 10 nudos.
Si queréis disfrutar del glamour de este yate, es interesante saber que lo podéis alquilar, como el velero Sirocodiez, por 180.000 euros la semana.
Aquí os dejo unas fotografias de su paso por aguas de Ibiza y Formentera
www.sirocodiez.com
El velero Sirocodiez fotografia al Tiara fondeado en Ibiza