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viernes, 13 de enero de 2012

Semana de Navidades en Venezuela

Aqui van las impresiones de la grumetilla Marian que paso y disfruto con nosotros las Navidades.
Gracias a ella por estas lineas

A bordo. Por fin a bordo del Sirocodiez, que nos espera paciente en Puerto de la Cruz, medio sumergido en un mar Caribe que te mece a su antojo.
Tras  arribar a Caracas, lo más sensato fue y es coger un vuelo doméstico hacia cualquier destino, en nuestro caso, escapando de la gran ciudad (que tan insegura pintan). Si se puede, intentar evitar la carretera, mejor que mejor, ya que además de su mal estado, no se aconseja la conducción de coches de alquiler. Siempre es mejor, dicen,  hacer uso de los taxis, previa negociación del precio. También existen taxis para mujeres, si eres mujer y viajas sola o con otras féminas.
De todos modos, el trayecto va a costar aproximadamente los mismos bolívares,  en taxi que volando, ya que los vuelos internos son relativamente baratos (billete o boleto como dicen aquí desde Caracas a Barcelona (a 15 kilómetros de Puerto de la Cruz) viene a costar entre 120 y 130 euros al cambio . Se puede cambiar dinero en las oficinas legales, de cambio oficial, aunque en la calle o aeropuerto también lo hacen a mucho mejor precio.
Por si a alguien le puede interesar que se dirija a la TUY (compañía aérea local) para ir a los Roques, ente otros destinos…aparte de que ellos tienen promociones.
Desde Puerto de la Cruz ponemos rumbo a isla Tortuga, que visitamos junto a Tortuguita. Desafortunadamente, no  vemos  ni  tortugas ni  piratas pero sí nos deleitamos con noches estrelladas en calma y un sol radiante matutino, aliñado con una brisa marina muy agradable. Aparte, claro está de baños de mar que tienen como escenario de fondo arenas blancas  y suaves, repletas de conchas, pececillos, botutos y demás especies dentro de este ecosistema de agua salada.
Finalmente,  nos centramos en el archipiélago de los Roques,  que consta de multitud de  islas, algunas de ellas sin apenas rastro de que el ser humano haya estado alguna vez allí. En él,  nuestro itinerario fue el siguiente: Llegada al Gran roque, donde nos adentramos en un pueblito (dicen de 2000 habitantes) compuesto de casas bajas de colores y mucha vegetación. Restaurantes y lugares de hospedaje por doquier. Servicio de internet y tiendas de souvenirs. Noche vieja en la plaza del pueblo colmada de turistas y lugareños que amenizan con música caribeña y te bañan con cava para  dar la bienvenida al nuevo año, aparte claro está,  de los breves fuegos artificiales.
Crasqui  y S.Agustín al día siguientes. Majestuosos manglares nos reciben a la orilla de cada isla. Pelícanos que se lanzan en picado a por su alimento diario.
Sarqui y Espenqui a lo lejos. Ya llegamos. Bañito, buena comida y siesta, entre otras cosas.
Dos Mosquises y el apadrinamiento de tortugas.  Buceo para observar todo tipo de peces de este hábitat tan deliciosamente en calma.  Nos dirigimos tras nuestro fondeo aquí a la boca de Sebastopol, por donde entramos sin dificultad sorteando las cabezas de coral que amenazan la flotabilidad de nuestro velero. Arena blanca como el coral que no nos abandona en nuestra travesía insertada en una gran gama de tonos azules.
Pasamos la Boca del Medio, donde dormimos. Visitamos Soyosqui, que nos presenta a una familia de venezolanos que cocinan polenta y carne para amenizar su día de Reyes.
Nuestra comida a bordo, sin embargo, no tiene nada que envidiar a ningún restaurante de lujo: desde los abundantes desayunos hasta las exquisitas langostas , pasando por  el pescado local de diferentes  tipos. Ensaladas o pasta acompañada de productos a bordo. Y  deliciosa fruta tropical que adquirimos en el mercado de puerto de la Cruz.  Todo esto regado con diferentes vinos y refrescos...que no nos falte de nada.
Nuestros capitanes nos miman más de la cuenta y nos explican las curiosidades que van surgiendo  a lo largo del ancho mar. Parece mentira que la vida a bordo sea tan amena y variada: buceo –con o sin botella- a gusto del consumidor e igualmente bonito; excursiones y visitas con o sin zodiac,  a pie, a nado, con piragüa…y al caer la noche (amanece sobre las 6 y se despide el sol a las 18horas) juegos de mesa,  tertulias , musiquilla, y lectura…mucha lectura.
Tiempo de sobra para leer y relajarse, desconectar del ritmo acelerado de la ciudad e hidratarse al sol, cargando pilas para soportar la mordedura del invierno que nos espera a la vuelta.
Maravillosa forma de comenzar un nuevo año…¿no os parece?

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